Nacida en 1967, Sabine Danzé es una artista polifacética: pintora, intérprete, artista callejera, autora fotográfica y artista digital, entre otras cosas. Una diversidad de medios que sugiere la consigna de su enfoque: libertad.

Una libertad absoluta, ya sea en la técnica, el gesto, la sensación o la emoción: la primacía es la liberación exaltada de su propia percepción del Otro (pero también de sí misma).

Sabine Danzé pinta a las personas que conoce, ya sean personas estimadas de su círculo cercano o figuras anónimas que la han marcado, y busca transmitir la impresión que cada una de estas experiencias le ha dado.

Las palabras de la artista: “Nunca supe amar. Solo supe ofrecerme. La única razón para amar es poder pensarlo, sentirlo, traducirlo, sin nunca tocar al otro, sin nunca mirarlo, sin nunca acercarme. Durante los últimos 20 años, he intentado dar valor a este lenguaje, no conozco otro, pinto porque quiero amar, necesito amarlos. Pinto tus rostros, quiero decirte que te amo y nunca te conoceré, pero te amo de la manera más intensa y viva posible. Te amo porque no me ofrezco. Te amo porque no tomas nada. Eres simplemente único y me haces único. Te pinto.” – Sabine Danzé

Sus numerosas actuaciones revelan un proceso de creación singular e innovador: acompañada de música electrónica de la que extrae su prodigiosa energía, Sabine Danzé se funde con la materia. Así, al situar su concepción del arte en una plataforma multisensorial, este entorno sonoro le permite dar rienda suelta a su impulso artístico.

Gracias a su ambidiestrismo, mueve todo su cuerpo para impactar la tela, en una forma de trance o coreografía instintiva y espontánea. Invitada del Soir 3 en 2017, paralelamente a la FIAC, confió a los periodistas: “Necesito bailar para pintar…”.

Esta necesidad de dejar ir en el gesto se caracteriza también en su trabajo por una inclinación a preferir los grandes formatos y -siempre- a superar los límites, incluso los materiales.

Calificándose a sí misma como una “adicta al arte”, Sabine Danzé nunca dejó de pintar día tras día para desarrollar su práctica, sus técnicas y diversificar el tipo de material que utiliza. Por lo tanto, su obra mantiene hoy una estrecha relación con el arte callejero, resultado de una colaboración rica en enseñanzas con un amigo, el artista callejero Wiser. En su taller, ella descubre nuevas técnicas y siente un creciente interés por los materiales inherentes a este arte nacido en la calle. Poco a poco, la artista desarrolla un enfoque único combinando pintura al óleo y tinta speed-flow, junto con marcadores o trabajo con spray.

Este período estuvo marcado por la realización de murales, en 2014 por ejemplo, ella invirtió el Mausoleo, una referencia en la historia del graffiti francés, por iniciativa de Lek y Sowat. El Mausoleo es un supermercado abandonado de 40,000 m2 ubicado al norte de París, que se convirtió desde 2010 en la residencia secreta y clandestina de grafiteros de todos los horizontes. El lugar fue rápidamente revestido con frescos e instalaciones gigantescas. Este proyecto colaborativo de gran envergadura transformó un antiguo espacio dedicado al consumo en un verdadero templo que promueve una cultura callejera y subterránea.

En este espacio, ella decide realizar una obra en una pared aún no explotada, de difícil acceso, en el segundo piso. A pesar de la oscuridad total y solo iluminada por una linterna, ella pinta un mural con tonalidades verdes. Fiel a sí misma, es con una música electrónica de fondo que nació esta figura con un pañuelo en la cabeza y un globo, en una posición grácil que evoca el baile Hip-Hop. Es un homenaje donde el globo sangriento encarna un sentimiento de unidad combativa hacia el reconocimiento de este arte intuitivo, originalmente devaluado por los códigos académicos.

Aunque su búsqueda artística evoluciona en cuanto a soportes, técnica pictórica y temas elegidos, su trazo permanece. A veces incisivo, a veces vaporoso, sin embargo, es de un dinamismo poco común, lo que permite “dar vida” a la figura. Lo que hace la fuerza de las obras de Sabine Danzé también es su intensidad: ya sea en los rostros expresivos cuyas miradas penetrantes parecen sumergirse en el fondo de tu alma, o en las paletas de colores con asociaciones tan sorprendentes – e incluso disonantes – como ricas en símbolos … estas pinturas te golpean, te empujan, te fascinan. Con clarividencia, la artista desnuda el alma humana, entregando su sentir íntimo, su amor por los demás en colores.

Esta escritura pictórica única ha permitido a la artista hacerse un nombre en Francia y en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos, donde sus grandes formatos han sabido seducir, integrando múltiples colecciones privadas.