Zhang Qiongfei, criada por su única abuela en las montañas de Yunnan, comenzó su arte en China a finales de los años 90, en una época en la que se estaban encendiendo nuevas pasiones por el arte.

Cuando se graduó de la Universidad de Bellas Artes de Yunnan en 1996, Zhang Qiongfei se lanzó a la arena y contribuyó a un período dinámico del arte contemporáneo chino.

Su trabajo ha marcado profundamente las mentes por su estilo incisivo y su agudo sentido de la observación.

Han pasado 20 años desde que Zhang Qiongfei comenzó su carrera artística y ha empleado sin descanso el lenguaje del expresionismo para transmitir su visión del mundo, del yo y del cuerpo, sin olvidar la de los objetos cotidianos y del espacio viviente.

Su universo gráfico es a la vez sensible y fragmentado. Sus pinturas no son simples representaciones naturalistas. Han sido elegidas para expresar las actitudes y opiniones de la artista, sin olvidar las inquietudes sobre el estado del mundo y sus verdaderas impresiones sobre él. No dejan de evocar sus dudas y reflexiones.

Pintar para revelar.

“Éxodo y exilio, así es la obra de Fei, llamando a profundizar en la naturaleza de su espíritu visionario, el peligro de lo mutable e inmutable, pasando por un análisis del advenimiento del fin. Sin rivalidad con la vida, sin duelo, sólo el fin de una época y de un mundo viviente. De acuerdo con su rigor, cada día es un día para el arte, pinturas, esculturas, tintas chinas, papeles recortados. Las palabras siempre serán vagas, pero el efecto preciso es complejo. Primero analiza su tema a partir de fotos, modelos u objetos. Y de acuerdo con la imagen que tiene de la humanidad, surge una procesión apocalíptica. Fei nació a partir de una crítica: ‘¡nunca será un niño!’ Pero el poder de las mujeres no es tomar el poder, sino simplemente hacer una justicia global de la vida. Esa es la definición de la obra de Fei.”

(Extractos de un texto de Francky Criquet)